Me encantan los viernes y sobre todo si es uno como hoy.
Un día que amanece iluminado por el sol en pleno invierno y le da pase a un nuevo mes.
Julio.
El mes que muchos dicen que es el mes del Perú.
Para mí, es el mes de mi mami.
El mes de su cumple.
Me acuerdo que siempre cuando era chiquita, con un mes de anticipación me preguntabas qué regalarle a mi mami. En ese entonces, tus regalos eran también los míos porque lo único que vivía en mi billetera con pega pega, eran cartitas o figuritas para cambiar de algún álbum del famoso "Navarrete". Ya los otros tres hacían chanchita y le compraban algo más grande porque ya recibían la propina de los fines de semana.
Eran zapatos, joyas, perfumes o ropa. Pero al final cuando comprábamos algo era difícil al momento del
"qué lo abra, qué lo abra", porque nunca sabíamos si le gustaría o no. Siempre decía que estaba lindo, pero a veces, sabíamos que no le habíamos achuntado. Yo siempre, con mi famoso cartel colgado en el cuello de Jerry escribía un
"Feliz cumpleaños mami. Tu hijo Jerry". Era muy chistoso.
Este mes ha estado lleno de momentos un poco incómodos en todo sentido.
He tenido malos pero también buenos momentos.
Momentos en los que lloré y otros en que luego de llorar no me quedó otra más que reír.
Así me di cuenta que la vida no puede ser una línea recta.
Sino, una pendiente que de vez en cuando tiene momentos planos. Para caminar cómodo.
Algo así como el spinning - lo que ahora se ha convertido en mi desfogue diario- una carrera en un terreno no siempre confortable.
A pesar que no fue un mes de felicidad total como otros, toda señal de ilusión se vio opacada por la sombra del mal humor y del pesimismo. No fue un mes de esos en los que siento que soy una buena hija. He tenido malos tratos y malos ratos. Pero somos humanos no? En algún momento tú también te fuiste a dormir dándole la espalda a quien no tiene la culpa de lo que te agobia. Pero como ella misma lo dice, mañana siempre volvemos a estar como siempre.
Como dice la gran bloggera amiga, a la que n hace mucho conozco gracias a ti y a este blog, siempre hay tiempo para todo.
Hasta para tener un buen día, o uno malo también.
Hay tiempo para estar de mal humor, y respetarlo. Siempre y cuando no dure mucho.
Cuando el mal humor domina el cuerpo entero, esta se vuelve oscura.
La cara frígida, la mirada vacía, la postura gacha.
Es casi una sombra.
Y no puedo permitirme eso.
Sería totalmente distinta al hombre al que admiro.
Por eso este mes, el mes de mi mami, no prometo NO ver los huecos en mi llanta como posibles ataques de un "anonymus", sino trataré de verlos como simples y casuales huecos.
Tampoco prometo NO molestarme por lo que pase en el nuevo depa, pero sí trataré de pensar con la cabeza y no con mi versión cuco.
Menos prometo NO explotar cuando me dicen algo que me pone roja de cólera, pero sí trataré de respirar profundo para sentir el aire pasar por mis venas y contar hasta tres.
No prometo no pensar que contigo a mi lado todo sería distinto...
Sino trataré de pensar que tal vez desde el cielo, estés tratando de hacer las cosas que no pudiste hacer desde aquí.
No prometo porque las promesas se las lleva el viento, o en este caso, el cyber espacio...
Pero sí lo intento.
Así, aprendo a vivir de manera distinta.