Es increíble cómo cuando somos niños, jugamos siempre a ser grandes de una u otra manera: las barbies regias que tienen hombres perfectos, se casan y son felices con sus hijos. Obviamente en el caso de las mujeres. Los hombres son eternos niños pero ese no es el punto; luego la parte del colegio, donde ya no aguantamos las ganas de entrar a la universidad y trabajar; cuando trabajamos ya se vuelve un poco diferente el "juego" o queremos adelantar unos cuarenta años para jubilarnos (no puedo creer que falte tanto para rascarme) o soñamos tanto con una máquina fantástica que nos lleve de nuevo a la época del cole, donde el máximo estrés era que los papás revisen el "memorandum". Ese libro donde se anotaban las tareas y todos los llamados de atención de los profes: las faldas cortas, las uñas pintadas, los celulares, las conversas en hora de clase... etc, etc, etc.
Y luego de la etapa del trabajo y la deseada jubilación ¿qué viene?. Eso lo veremos en unos años, pero yo la veo ahí en su camita tapada hasta el cuello sin querer moverse y pienso cuando se llega a una edad las cosas ya no son tan fáciles de manejar. Ya decir: "quería jubilarme y descansar tranquila" no forma parte de la lista de deseos que ahora solo se redujo a uno. Llega un momento que los años pasan, y pesan. Y en algunos casos pesan más de lo que uno puede pensar.
Es fácil animarla diciendo "hoy vamos a tomar lonche", "mira qué lindo, en tu día sale sol", "qué bonitos regalos te han hecho", pero no es fácil comprender porque esa sonrisa que siempre tuvo en el rostro ahora se asoma solo de vez en cuando. No es fácil escuchar que ya no quiere regalos, que ya no quiere cumplir más años. No es fácil comprenderlo.
A veces me dan ganas de decirle que no tiene que estar así, que la vida sigue y tiene que comprender que seguro su misión en la tierra aún no ha terminado. Que tal vez ella tiene que quedarse más tiempo para enseñarnos a todos que la vida larga sí existe, y que el hecho de vivir rodeada de personas que la quieren y le conversan tan igual como alguien de su misma edad sí es posible. Me dan ganas de decirle que no se gana nada diciendo que no quiere estar más en este mundo porque le está dando la espalda a la vida. Esa vida que tanto le dio por muchos años. Pero qué derecho tengo yo, y no llevo ni la mitad de vida vivida que ella.
Pero la verdad, es que luego pienso y medito...
No debe ser tan fácil cumplir 94 años.
Feliz cumpleaños abuelita!!!
Aunque no quieras, hoy celebramos que sigues aún con nosotros.